Analog.Cafe › Ensayos › lectura de 3 minutos por Canyon. Publicado el 4 de diciembre de 2025.
En “Ride a Dragon” recurro al lenguaje inmediato y táctil de la fotografía instantánea para explorar el cuerpo como vaso de la memoria y como paisaje moldeado por el tiempo. Trabajando con película Instax Wide en blanco y negro, construí dípticos en los que formas humanas fragmentadas aparecen junto a artefactos naturales como hojas, conchas, pétalos y flores. Estas parejas se leen como trazas, excavaciones o residuos silenciosos de algo que una vez estuvo presente y que ahora se desliza hacia la desaparición.
La serie amplía mi interés continuo en el límite entre presencia y pérdida: lo que queda en el aire tras un gesto, lo que habita un espacio después de que un cuerpo se va, cómo la memoria se asienta en la materia física. A través del escaneo de las impresiones y la re-materialización, cada fotografía atraviesa un proceso de tacto, impresión y re-reproducción. En este ciclo táctil, la imagen acumula marcas e imperfecciones — ecos visuales de la experiencia vivida. Como lugares que recuerdan más de lo que pueden articular, las fotografías acumulan su propia historia.
Mientras hacía estas fotografías escuchaba canciones de Maria McKee y Okay Kaya. Su música se convirtió en un andamiaje silencioso para las imágenes y en un ritmo que podía habitar mientras trabajaba. Fotografiar esta serie fue para mí una forma de terapia, una manera de traducir el sonido en atmósfera, la emoción en gesto. Me imagino cómo se verían las canciones que amo si pudieran tomar forma en el mundo: cómo una melodía podría convertirse en una curva del cuerpo, cómo una letra podría resonar en la sombra de una hoja, cómo una voz podría vibrar en la quietud del bosque. En ese sentido, las imágenes no son solo obras visuales, sino también transcripciones emocionales, intentos de materializar los paisajes interiores que su música abre dentro de mí.
Ambientadas en un bosque, las imágenes se despliegan en un paisaje que es a la vez literal y emocional. Las ramas dobladas, las hojas caídas y las formas orgánicas y suaves reflejan la vulnerabilidad del cuerpo humano. El bosque se convierte en un archivo de estados interiores, sosteniendo la tensión entre fragilidad y resistencia. Figuras se estiran a lo largo de troncos o se disuelven en las sombras del sotobosque, su presencia a la vez innegable y efímera.
La serie sugiere que las historias —personales, corporales y ecológicas— siempre perduran. Dejan marcas —sutiles pero persistentes— que resurgen a través de yuxtaposiciones entre el cuerpo y la naturaleza.
Sobre este artículo:
Puede llevar cinco horas de trabajo (o más) escribir y corregir una lectura de calidad de cinco minutos con ilustraciones en alta resolución. A continuación están las personas que hicieron esto posible. Todo el contenido es revisado, maquetado y editado por Dmitri.
Publicado el 4 de diciembre de 2025.
En «Ride a Dragon», Canyon recurre al lenguaje inmediato y táctil de la fotografía instantánea para explorar el cuerpo como recipiente de la memoria y como un paisaje moldeado por el tiempo. Trabajando con película Instax Wide en blanco y negro, Canyon construye dípticos en los que formas humanas fragmentadas aparecen junto a artefactos naturales como hojas, conchas, pétalos y flores.
